La Parroquia Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa gozó, desde sus comienzos, del cariño de sus feligreses. Las asociaciones parroquiales cumplían con dedicación su finalidad apostólica, pero faltaba algo en su comunidad parroquial. Así, el cura párroco, junto con todo el equipo sacerdotal, con visión providencial, intuyeron que se trataba de la necesidad de una escuela para los niños de la zona. La previsión era, sin duda, acertada, ya que la población del barrio Parque Chacabuco crecía día a día.
El sueño del Cura Párroco, Ventura Sarasola, y de su Vicario, Padre Olivio Martina, era casi una quimera debido a los escasos recursos económicos con los que contaban. Como Dios siempre acude cuando hay fe y perseverancia, se puso el asunto bajo la protección de la Virgen de la Medalla Milagrosa.
Ella respondió, infundiendo entusiasmo y generosidad en el equipo sacerdotal. Alumbró, entonces, la primera idea: habilitar las salas del Ateneo Parroquial anexo al templo (lugar ocupado hoy por la autopista) para instalar las aulas.